miércoles, 13 de febrero de 2013

EL TOMISMO

El Tomismo es un sistema escolástico de pensamiento ideado por santo Tomás de Aquino, que ha tenido y sigue teniendo una gran influencia dentro de la filosofía cristiana. Tiene de común con la Escolástica su método de exposición de las cuestiones: proposición del problema; argumentos en contra; argumentos a favor; prueba de la tesis, y solución de las objeciones. Hace uso abundante del silogísmo: una proposición con sujeto de carácter universal; otra proposición que tiene por atributo el sujeto universal de la anterior, y una conclusión que, por necesidad lógica, aplica el atributo de la primera al sujeto de la segunda. El abuso del silogismo y el afán de réplicas y contrarréplicas, facilitando los polisilogismos, da pesadez y quita armonía al estilo, aunque su aplicación lógica conduzca al objetivo de probar racionalmente la propia tesis y rechazar como no plenamente racional la contraria. El método argumentativo no siempre es la deducción o proceso de algo más universal hacia algo cada vez más particular. Los escolásticos usan también la inducción o método empírico, que de un análisis de los particulares establece proposiciones generales. Tiende hacia el examen de un número abundante de datos o de casos singulares, para conseguir la inducción suficiente o científica o causal. El tomismo, como otros sistemas doctrinales del medievo, es principalmente un sistema teológico. Nació para dar una explicación coherente, armónica, y sin contradicción, a toda la enseñanza dogmático-moral del cristianismo. Por eso el primer argumento será siempre la Sagrada Escritura. Los argumentos o lugares inmediatamente siguientes están formados por la tradición viva de la Iglesia; los Santos Padres, que vivieron y explicaron la Sagrada Escritura de modo directo, sin apenas aditamentos estrictamente filosóficos; el magisterio eclesiástico, manifestado en los concilios, en las determinaciones canónicas y litúrgicas, y en la enseñanza de la jerarquía o de los pontífices de la Iglesia. Finalmente vienen los razonamientos filosóficos. Al argumento de razón o puramente filosófico, a pesar de que ocupa el último lugar en la explicación de la fe y de la moral cristianas, los teólogos medievales le dieron una importancia especial en sus procesos argumentativos, pues les permitía ver una armonía, un orden y como una conexión íntima entre todas esas verdades. De ahí su recurso a los grandes maestros de la filosofía clásica, que habían logrado una visión sistemática de la realidad. Se recurrió muy pronto a Platón y a los neoplatónicos, y vieron la facilidad de aplicar al Evangelio los términos de aquellos filósofos. La doctrina platónica y neoplatónica del demiurgo y del logos como creador y como mediador entre Dios y las criaturas sirvió para explicar el Logos del Evangelio de san Juan y la doctrina de la Encarnación y Redención de los hombres por el Verbo divino.

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