jueves, 27 de septiembre de 2012

Desde cuando los forajidos se tomaron el poder


¿Desde cuando los forajidos se tomaron el poder administrativo en Colombia?

El discurso político cambió significativamente El gran debate sobre el imperialismo, en los medios marxistas, se produce en la coyuntura de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). A la determinación del carácter imperialista de esta guerra,  une la “traición socialdemócrata”, encabezada por el partido rector de la II Internacional, que es el alemán, que vota los créditos de guerra  y realiza la colaboración de clase conocida por la “unión sagrada” con la burguesía. De esa a floración del oportunismo reformista, y sus variantes en la coyuntura bélica  sólo queda enteramente libre el partido bolchevique ruso que dirige Vladímir Ilich Uliánov (Lenin, 1870-1924), y aquellos grupos de extrema izquierda que luchan contra la socialdemocracia oficial en sus respectivos países. En esas circunstancias, Lenin es el que encabeza la lucha del internacionalismo revolucionario, en cuya perspectiva acomete la exposición de la teoría marxista del imperialismo, en la primavera de 1916, con su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo.

En el pensamiento de Lenin, no hay sólo una descripción de los nuevos fenómenos característicos de la época imperialista, sino una teoría completa del imperialismo que desborda su propio libro, aunque está señalada en el mismo. ¿Por qué y cómo? Es sabido  que El imperialismo, fase superior del capitalismo surgió de un encargo de la editora Parus de Petersburgo, de cara a realizar un folleto de divulgación legal sobre la economía mundial contemporánea. Cosa que Lenin -exiliado en Zurïch- aprovechó para estudiar el imperialismo con mayor acopio de publicaciones y estadísticas, cuyas notas y materiales preparatorios son los Cuadernos sobre el imperialismo. Aunque  la publicación del libro, bajo la censura zarista, obligó a Lenin a utilizar un “lenguaje a lo Esopo”, en algunas cuestiones peliagudas, él mismo lo justifica en sus prólogos posteriores, en nombre de la obligatoriedad que tienen los revolucionarios de aprovechar, en las circunstancias adversas, “los pequeños resquicios de la legalidad”, para difundir sus ideas, más allá de los círculos militantes clandestinos.

La doctrina discutida ampliamente en los pasillos académicos colombianos durante los años sesenta y setenta validaba ese pensamiento, e involucraba la pequeña burguesía como financiadores útiles de la causa final, si bien  lideres o camaradas deberían respeto a la causa comunista eventualmente disfrutarían de los beneficios ganados durante la campaña proselitista, una cuestión difícil de hacer entender al ciudadano es la del servicio comunitario, o militar obligatorio para todos. Después entendimos que sería reclutamiento forzado, impuesto de guerra, peaje y visa.

Ya en estos momentos se preparan los militantes, a posesionarse del poder administrativo los departamentos e institutos están infiltrados por centenares de cuadros políticos haciendo el paquete de reformas y la total reingeniería del estado. Se entiende que habrá una voraz lucha de clases, con el fin de repartir la torta tan anhelada por casi un siglo de holocausto.

A las claras vemos los miserables matándonos por lograr una migaja de pan, y con rabia de esa originada en la impotencia de no poder cambiar su destino engañado por aquellos en los cuales depositamos la confianza. Nos robaron: la tierra, las ideas, las ilusiones, nuestra  democracia y la riqueza de un país paradisiaco.

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